Víctor encontró en el
chileno Mario Igor un
colaborador formidable
Víctor de la Fuente nació en 1927 en España. Empezó a dibujar cómic a los 17 años en la llamada Escuela de Madrid, donde se formaron muchos dibujantes importantes de la historieta española. Tras un largo tiempo en América, específicamente en Chile, en que fue ilustrador, publicista, director y dibujante de historietas en Zig Zag.
La vida de Víctor da para escribir un libro. Después de trabajar en España hasta los años 40, decide viajar a América del Sur, solitario y sin recursos, pero con muchas ideas en la cabeza. Trabaja en diferentes labores con tesón y sus ansias de éxito que lo llevan a conseguir su objetivo: “Dibujar cómic”, su auténtica pasión. Labora en “El Peneca”, una de las publicaciones más antiguas del continente suramericano, que deja de publicarse porque todas las historias que incluía eran con “continuará” y Editorial Novaro de México llegó a Chile con cómics norteamericanos de 32 páginas con historias completas. Eso hace desaparecer a “El Peneca”.
En Zig Zag le ponen como ayudante a Mario Igor. Ambos en conjunto hicieron unas historietas espectaculares. Víctor ve la oportunidad de crear su propia agencia de publicidad asociado con el excelente ilustrador chileno Conrado Pineda. La agencia fue muy exitosa, lo que le permitió a Víctor viajar a Estados Unidos donde se pone en contacto con la agencia Dell Publishing y comienza a trabajar para algunas publicaciones americanas. Regresa a España y lleva a su exsocio, Conrado Pineda para formar allá una agencia publicitaria. Se incorpora a Fleetway dibujando cómics de guerra y para DC Comics, luego hace una serie “Sunday,” que se publica en 14 países.
En cuanto a los problemas técnicos, su preocupación era romper con la forma tradicional de hacer cómic que es la línea pura y trató de incorporar una serie de elementos que hasta ese momento estaban vedados por dificultades técnicas.
Víctor podría estar hablando del estilo que le imprime a sus viñetas y como le da forma a sus personajes durante horas. Es un hombre sencillo y amable y de una humanidad increíble. Siempre sintió admiración por Milton Caniff, creador de “Terry y los piratas” y de Harold Foster de “Tarzán”, de los años 1929, quien incorpora el