FRANCISCO IBÁÑEZ
“Mortadelo y Filemón”
Entre otras distinciones ha sido condecorado
con la Medalla de Oro al Mérito en Bellas Artes
de España en 2002.
Infancia e inicios
Francisco Ibáñez Talavera nació en Barcelona el 15 de marzo de 1936, cuatro meses antes de que estallara la guerra civil española, en el seno de una familia de clase media baja, compuesta por el padre, de origen valenciano y contable de profesión; la madre, de origen andaluz, y tres hermanos. Desde pequeño, desarrolló una gran afición por los cómics y el cine cómico estadounidense. En octubre de 1947, con once años, publicó su primer dibujo en la revista Chicos.
Tras finalizar la enseñanza primaria en las Escuelas Guimerá, Ibáñez empezó a estudiar contabilidad, banca y peritaje mercantil y en 1950 entró a trabajar como botones en el Banco Español de Crédito, labor que dos años después empezó a compaginar con colaboraciones en las revistas Nicolás, Chicolino, La hora del recreo, Alex, Liliput, El Barbas y, sobre todo, en las dos cabeceras humorísticas de la Editorial Marco: La Risa e Hipo, Monito y Fifí. En ellas creó portadas y series como Kokolo (1952), Melenas (1954), Don Usura (1955) y Haciendo el indio (1955), la primera de éxito del autor al ser reproducida también en el suplemento semanal de La Prensa de Barcelona. Destacaba, además, entre todos los autores de la editorial por una violencia que anticipaba la de sus futuras creaciones.
La profesionalización
En el verano de 1957, Ibáñez, que ganaba ya más como dibujante que como ayudante de cartera y riesgos en la banca, decidió dedicarse por completo a la historieta. Además de seguir colaborando con la Editorial Marco, entró a formar parte de la plantilla de Paseo infantil, que desapareció al poco tiempo y donde creó series como Pepe Roña y continuó con Loony de Alfons Figueras.
Ibáñez, que en el terreno personal se convirtió en esos años en padre de dos hijas, sufrió entonces la mercantilización e industrialización progresiva de sus personajes estrella, que le obligaba a trabajar a destajo (hasta 40 páginas semanales), abandonar sus otros personajes y recurrir a colaboradores. El teórico Jesús Cuadrado lo resumió así: La industria, el padre insaciable y saturnal: Su voracidad, engulló al vasallo, acabó con la creatividad de Ibáñez, un gran fabulador, un más que excelente narrador que se bautizó con las mismas sales (o parejas o parecidas, pero siempre ejemplares) que las de algún genio del Benelux.
En esta época, solo un personaje nuevo logró sus propias historietas: Tete Cohete (1981).
En 1985 abandonó la editorial Bruguera, que se había quedado con los derechos de sus personajes, por lo que todas las historietas protagonizadas por los mismos (y no solo parte) empezaron a ser desarrolladas por otros autores, integrados en lo que se denominó Bruguera Equip. Mientras tanto, Ibáñez comenzó a trabajar para otra editorial, Grijalbo, donde en 1986 creó nuevos personajes para la revista Guai!: así nacieron Chicha, Tato y Clodoveo, de profesión sin empleo y 7, Rebolling Street.
Últimos años
Tras la publicación en 1987 de la Ley 22/1987 de Propiedad intelectual, que confirmaba la propiedad de las obras por parte de los autores, Ibáñez entró a formar parte de Ediciones B y, desde entonces, pasó a realizar unos seis nuevos álbumes de Mortadelo y Filemón por año, donde aparecen abundantes elementos de la actualidad y de las modas del momento en que los crea. En 1994 ayudó junto a un equipo de Ediciones B y de la BRB Internacional a realizar la serie de animación Mortadelo y Filemón.
En 2018 recibió un homenaje de humoristas españoles reconociendo su figura.
Se define como gran defensor del cómic como arte, habiendo vendido más de 100 millones de ejemplares.
En 2020 La 2 le dedicó un programa de su serie “Imprescindibles”.
Por su papel fomentando la lectura en generaciones de españoles, se ha tratado en repetidas ocasiones que el dibujante fuera galardonado con el Premio Princesa de Asturias, llegando a tener especial repercusión la iniciativa ciudadana iniciada a fines de 2020 para que se le premiara en la edición de 2021, a la que adhirió una treintena de eurodiputados de varios partidos, personalidades como el escritor Arturo Pérez-Reverte o el cineasta Álex de la Iglesia, entre otros. No obstante, los premios a las categorías a las que se presentó la candidatura fueron otorgados a la artista Marina Abramović y a la escritora Gloria Steinem. El 4 de marzo de 2022, el eurodiputado Ibán García del Blanco, que encabezó la adhesión de 2020, presentó una nueva candidatura con apoyo de otros 67 miembros del Parlamento Europeo, de 15 países, sin éxito.
Sobre las sucesivas candidaturas, el historietista afirmó:
Para mí el premio de verdad es cuando veo a aquel niño que viene a que le firme el librito, que me está mirando encantado con los ojos como platos pensando que está con una especie de héroe y la madre le dice: ‘Pepito, ¿no querías decirle algo al señor Ibáñez?’. Pero Pepito no dice nada, sigue con los ojos abiertos y se lleva el libro firmado como si fuera el tesoro más grande del mundo. Los premios oficiales o los certificados… yo tengo aquí un certificado que dice: ‘Francisco Ibáñez está vacunado contra la viruela’. Ese es el único certificado que vale [risas].
Entrevista en El Diario en julio de 2018.
Falleció el 15 de julio de 2023 en su ciudad natal, Barcelona. El 27 de mayo de 1966 se había casado con Remedios Solera Sánchez; tuvieron dos hijas: Sonia (1971-2022) y Nuria (n. 1972). También tuvo nietos.
Estilo
Tanto Vázquez como Ibáñez se caracterizan por presentar una sucesión continua de gags desde el principio hasta el final de la historia, de manera que en una viñeta se prepara el gag que se va a producir en la otra. Como continúa explicando Armando Matías Guiu:
En Ibáñez tras una caída aparatosa en la que el personaje queda despachurradísimo, hecho fosfatina, en la viñeta siguiente se levanta tan tranquilo y sigue como si no le hubiera pasado nada. Cultiva el humor del absurdo, difícil de lograr; un humor espontáneo, brillante, con situaciones desquiciadas, brutalmente cómicas. El humor de Ibáñez es avasallante, te mete en su tinglado y te lleva dónde quiere.
Configuran así un tipo de humor mucho más directo y explosivo, más propenso a la carcajada que el de sus predecesores, como Peñarroya o Escobar.
El propio Ibáñez reconoció que su principal influencia, hasta el punto de haberse visto obligado a copiarlo ante las instrucciones y draconianas exigencias de entrega de la Editorial Bruguera, fue Franquin.
Caricaturas en sus obras
El propio Ibáñez se ha caricaturizado numerosas veces en sus historietas, llegando a ser un personaje más e incluso el principal en algunas. Se presenta como un individuo engreído que cobra muchos millones por dibujar y que trabaja mucho, aunque sus propios personajes hacen burla de su capacidad para dibujar bien. También era habitual en sus tiempos en la Editorial Bruguera que, en números especiales, la redacción fuera caricaturizada y los trabajadores y dibujantes más conocidos ejercieran de personajes en una trama historietística.